¡Qué nueva sensación iluminaba la luna!
¡Qué inocencia en el aire y la luz qué clara!
Soledad Benages
Está lloviendo, serenamente,
sobre el recuerdo.
Almendros, olivos, tierra seca
beben la vida.
Así, gota a gota,
creció la infancia acunada
por voces sin tiempo,
conducida por manos firmes y rudas.
Calles de tierra -barro-,
sonidos nítidos, olores de vida recién creada
y rostros cotidianos.
Libertad, sencillez,
crianza en un pueblo
agrícola y alfarero.
Y aquellos niños
que aprendieron allí valores y juegos,
-primavera honrada y feliz-,
caminan con rumbo cierto
hacia un otoño
con los frutos que la vida regaló.
En el Mas d'En Plana, 23 de julio.
Soledad Benages
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