Bombas que se montan en tres horas,
plásticos
que no se descomponen en mil años,
turbulencias financieras,
avances que acaban con las ratas, los mosquitos,
los ciervos, las urracas, las lenguas minoritarias
y el ser humano.
Mareas, terremotos, cielos en tonalidades frías,
reactores nucleares fundidos,
zozobra. Las lajas de pizarra brillan y las pantallas
de las oficinas portátiles
elevan el calentamiento global y la radiación.
Las casas blancas de los días despacios
con sus ribetes de antaño en puertas y ventanas,
amarillos o añiles,
que ahuyentan los malos espíritus y las moscas,
se descomponen y diluyen sin rastro
en la confusión de pólenes y CO2.
¿De dónde césped mezquino y cielos estrellados
para tanta lápida sin nombre y sin lágrima?
Bajo el último almendro
las semillas de las palabras, patentadas
por MONSANTO,
dan plantas transgénicas estériles
de no-futuro.
Zhivka Baltadzhieva
Del libro inédito Plan de vida.
(Cuaderno de Poesía #3 de Poetas sin sofá)