Regresar a los orígenes,
al pequeño pueblo que te vio nacer
y que solemne abandonaste un día.
al pequeño pueblo que te vio nacer
y que solemne abandonaste un día.
Volver al caer la tarde
y que la mala iluminación no deje
distinguir con precisión los contornos.
Comenzar la vida abandonada de noche
como aperitivo de la resplandeciente mañana
a la que tantas veces soñaste retornar.
Revolver las sábanas en sueños
nadando mares de recuerdos y riéndole
las gracias a los fantasmas olvidados.
Despertar a la mañana de la vejez ignorando
el nombre del viento que mueve la oxidada veleta
y de la ausencia que imperceptiblemente menea el balancín del porche.
Y ser otro y haber muerto.
Julio Alcalá
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