La
emisora argentina on-line “Alma en radio” viene incluyendo en su programación
el espacio dedicado a la Poesía, “Aromas de versos”, bajo la dirección y ejecución de nuestro
compañero Manuel Méndez Hernández. Cada miércoles, desde hace catorce semanas, a las 22:00 hora española, las 17:00 hora
Argentina, ambos países se unen virtualmente
durante una hora y cincuenta minutos, para difundir entre los oyentes de todo
el planeta la voz de los poetas.
El hecho de ser la Poesía medio y fin de un programa en radio, en sí, ya merece un reconocimiento: es un remanso de paz y esperanza en medio del caos del mundo actual y una hermosa flor entre tanta inmundicia que ofrecen los medios. Pero además, nuestro regocijo es aún mayor cuando es Manuel Méndez Hernández quien lo realiza, una labor encomiable por la que le felicitamos efusivamente.
El programa se articula en torno a dos núcleos poéticos:
Por una parte se presenta la obra de un autor más o menos conocido pero de reconocida calidad literaria, en las voces de tres poetas invitados que, junto con las del propio Manuel, recitan poemas de su autoría y comentan e intercambian opiniones respecto a su vida y obras.
Por
otra parte, dichos poetas invitados, encuentran una oportunidad para darse a
conocer y compartir su propias composiciones
poéticas con los oyentes.
El último
programa emitido el pasado 30 de julio giró en torno al poeta Charles Simic, premio
Pulitzer en 1990, entre otros galardones. Nacido en Belgrado en 1938, pero emigrado
a EEUU, es uno de los mayores poetas
contemporáneos en lengua inglesa. Participó en el programa nuestro compañero de
Poetas sin sofá Tony Calix, a quien también felicitamos por su intervención, así
como a Alina Paz, también invitada, pero en la
anterior emisión de “Aromas de versos”.
Dos poemas de Charles Simic que ponen de relieve al poeta que, tras un lenguaje directo y cotidiano recrea, desde objetos insignificantes a escenarios de desolación, con una gran carga de profundidad y filosofía.
La silla
Esta silla fue una vez alumna de Euclides.
El libro de sus leyes reposa sobre su asiento.
Las ventanas de la escuela estaban abiertas,
de suerte que el viento volteaba las páginas
El libro de sus leyes reposa sobre su asiento.
Las ventanas de la escuela estaban abiertas,
de suerte que el viento volteaba las páginas
susurrando las gloriosas pruebas.
El sol se puso sobre los dorados tejados.
Por todas partes las sombras se alargaron,
pero Euclides no dijo nada de eso.
El sol se puso sobre los dorados tejados.
Por todas partes las sombras se alargaron,
pero Euclides no dijo nada de eso.
(De "Hotel Insomnia",
1992)
Traducción de Oscar E. AguileraLa alarma
Cientos de
ventanas se han llenado de rostros
a causa de algo que ocurrió en la calle,
algo que nadie puede precisar
porque no hubo una sirena ni un grito ni un balazo
Y sin embargo allí están todos.
a causa de algo que ocurrió en la calle,
algo que nadie puede precisar
porque no hubo una sirena ni un grito ni un balazo
Y sin embargo allí están todos.
Algunos cubren con las manos los ojos de sus hijos
Otros asoman y gritan
a quienes caminan por las calles muchos pisos abajo
con la misma compostura y apariencia de serenidad
de quienes dan un paseo dominical
en otro siglo, menos violento que el nuestro.
Traducción de Antonio Albors
(De “Mi séquito silencioso”, 2004)
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