Sonó el violín,
y por sí solo se bastaba.
Actuó la actriz
y ocupó el aire que respirábamos.
Por último el poeta,
de voz sencilla y enorme.
Estaba sentada escuchando,
y todo era un lenguaje
y era el mismo:
un temblor de ondas,
una afinación de agua.
Era la verdad
señalada de otra forma,
un cuarto abierto
con mirada al mar,
una huerta de redondas lunas
que recordé.
Me fui de la sala y era otra,
más feliz,
absuelta ya del miedo.
Arantxa Esteban
Cuaderno de Poesía #9 de Poetas sin sofá
y por sí solo se bastaba.
Actuó la actriz
y ocupó el aire que respirábamos.
Por último el poeta,
de voz sencilla y enorme.
Estaba sentada escuchando,
y todo era un lenguaje
y era el mismo:
un temblor de ondas,
una afinación de agua.
Era la verdad
señalada de otra forma,
un cuarto abierto
con mirada al mar,
una huerta de redondas lunas
que recordé.
Me fui de la sala y era otra,
más feliz,
absuelta ya del miedo.
Arantxa Esteban
Cuaderno de Poesía #9 de Poetas sin sofá
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