"sí eso somos flores todo el cuerpo de mujer sí esa fue la única verdad que dijo en su vida"
"Ulises", James Joyce
¿Cuántos nombres acuden a la espera de este tren silencioso
y cuánta soledad arrastra su mundana estructura por los apeaderos?
Tú sigues indeleble en el mismo lugar
donde los ojos tuercen su armadura para tocarte mínima,
tan triste y sonrosada,
ya lejos del paisaje que oblicuamente azota como un eco terrible.
Porque siguen subiendo por tus manos ejércitos de hormigas
y yo intento agruparlas en las líneas
que construye el cemento de mi vista cansada.
Y apenas queda aire y quedas tú,
como la afirmación perpetua que oscila con la sangre,
la que vuelve la espalda a Mefistófeles
para exiliar el no a la ceniza ilustre, al templo de los idos.
Yo no puedo mirarte con los ojos de Eliot,
porque ya no son ellos,
se alzaron a otra oscuridad más cierta,
pero en cada estación me exculpo de mirarte
salvajemente humana,
tan corazón de hembra fluyendo por el miedo.
¿Por qué no me contestas, Molly?
Ahora que te observo sola, sin tu hijo
al lado de la mujer que duerme con la guerra colgándole en las uñas,
y tú, cuyo rostro es un quiebre en el paisaje
sin respirar siquiera te prolongas en el crujido oscuro de la tarde.
Sé que tu corazón desbordará el estrecho
y yo no alcanzaré a colocar los puntos que libres se evaporan
en la flema voraz de tu lenguaje, pero me quedaré contigo
hasta que me descubras y vuelvas a decirme:
"Sé que también tú vas a abandonarme"
Sara Castelar
Cuaderno de Poesía #10 de Poetas sin sofá
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