La botella con ojos verdes
tiene
pestañas dulces y amarillas
la botella no sabe de silencios retraídos, ni de lenguas originarias
la botella no sabe de silencios retraídos, ni de lenguas originarias
ni
de torres de Babel. No conoce cuando tú me despiertas
a
deshoras y lavo las expectativas de los sueños.
El
silencio de la botella se escapa entre las franjas de la luz.
Soy
un árbol azul que se cree botella
soy
la botella que se escapa por pasadizos secretos.
La
botella es mi destino, es mi silencio, es todo aquello
que
se esconde en sus paredes plateadas.
La
botella y yo somos el destino del árbol, testigo
de
nuestro amor tendido al sol, testigo de nuestros ojos líquenes
para
arar nuevos caminos en el vidrio que refleja
tintes
verdes en la barca que fuimos en el tiempo.
Dejamos
atrás las espumas del mar, los sueños enlunados de las diosas
y
los olores a vidrio. De nuestras manos de tierra y lluvia
surgen
nuestros nombres sagrados y húmedos de viento remendado.
Ivonne Gordon (Ecuador)
Cuaderno de Poesía #11 de Poetas sin sofá
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