Tú, pared, testigo muda
de los potros desbocados
que cabalgan encerrados
en pechos donde la duda
con tres colores anuda
el valor republicano,
la lealtad del ciudadano
y la sangre del patriota…,
¡Habla hoy con tu voz rota!
¡Glorifica a cada hermano!
Tú, pared, apoyo frío
de espaldas libres de culpa,…
¡Sírveles ahora de tulpa
y detén su escalofrío!
¡Para también ese río
que la sangre va formando,
de rojo; reivindicando:
¡Nos matáis por defensores
De la patria! ¡Ah, traidores,
Seguid, seguid fusilando!
Tú, paredón que recibes
las balas que yerran blanco,…
¡Sangra también de tu flanco
y muestra el dolor que vives!
Fiel testigo, tú describes
el dolor que rasga el alba
con cada tétrica salva
que destroza corazones,
cuyas patriotas razones
serán savia de una malva.
Tú, valla de cementerio,
frontera entre vida y muerte,…
¡Pregona tu mala suerte
de presenciar el imperio
criminal del vituperio
de la libertad prendida
en los pechos, en la herida
de los hijos de una España,
que segó con la guadaña
una mano fratricida!
Tú, tierra que hoy abrazas
tantos hermanos sin nombre,…
¡Deja que mi voz alfombre
con mis versos sus mordazas
y rompan con las tenazas
verbales la falsa historia,
devolviéndoles la gloria
de morir por la República
y de que su dignidad, pública,
quede en la eterna memoria!
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