Siempre me gustó el lado equivocado
de los bucaneros,
en las películas de mi niñez.
Hoy los piratas buscan otras islas
que esconden los tesoros en cofres grises
sin mapa ni callejero.
Y el parche lo tiene el tuerto
acomodado
que observa desde la orilla
intentando no pringarse de alquitrán.
Arrastrando un cochecito de niño
- vacío de infancia y de sueños -
navegan por otro mar con sonrisas naufragadas.
Los contenedores de residuos orgánicos
no están repletos de piedras preciosas.
Y las calles se transforman en mares rojos
cuando hay que luchar por sobrevivir.
Amelia Díaz
Cuando vuelvo tarde a casa, solo pasadas las diez, doy un pequeño rodeo,-no es que no los quiera ver-, es por vergüenza ...y por miedo.
ResponderEliminarAllí "los ratas" disputan los desechos del Consum: del contenedor al carro. Hay que comer aunque sea de productos caducados.
Rivalizan y sus ecos impregnan todo el lugar, paradójicamente se llama "Paseo de la Amistad" (de vagabundos alcohólicos de día, y "ratas" de noche).
Tu poema me parece precioso.
A esos mismos lo dediqué, Mariajosé. Ya sabes que vivimos cerca. Me impresiona ver cada noche la misma escena...
ResponderEliminarGracias por tu comentario.