jueves, 26 de mayo de 2011

UN OBJETO DEL PASADO



Ayer estuvo a “verme” un objeto del pasado: una floreada sábana blanca y risueña que volaba sobre el tendedero del patio alzando sus brazos de lino como una bailarina plegadiza. Se posaban sobre su lomito del alambre las cabezas de dos frondosas ramas, la portentosa luz del sol (como un elefante en llamas), y el aire le abría las alas, susurrando a su oído invisible un cielo descomunal…
y ella se dejaba envolver y desdoblar.

Aquellas otras sábanas, hielo fundido del pasado continuarán allí, supongo, en un hilito cotidiano, y el abismo se abrirá, las fauces bajo sus pies sin mí, sin casi nadie, la silente miel escurriendo por las paredes primaverales y ellas, esmeradas como una vieja servidora que se sienta en su silla de la terraza a buscar un silencio de su propiedad en el que pueda beber los cantos de los pájaros en la cúpula de la tarde y el verde aroma que exhalan los pinos adormecidos en sus jorobas, respira y suspira blandida el alma, así la sábana por los ayes del viento.

Me detuve a saber por si “hablaba”, hablar de ti, de la intensa frescura aún de tu presencia indeleble, sibilina. Todo un evangelio de sábanas y cortinas esta zozobra mutua y descomunal fuera de la piel desguarnecida que no comprendemos, que no compartimos: el imposible alivio. Darnos jamás ¡jamás! la fuerza de estos años, darnos otra vez, más altos y mejores, más curtidos sin querer en el amor agrandado y lloroso, el amor oxidado casi en la intemperie del ninguno, allí,
sin dueño.
Renée Nevárez R., mayo 2011

1 comentario:

  1. Gracias por traernos hasta este rincón tu alma de poeta, querida Renée. Me ha gustado leerte.

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