A mi padre
Fuiste gramil, formón y garlopa,
ángulo en inglete
escuadrando, centímetro a centímetro
la exacta medida de la honradez.
Fuiste abedul erguido
absorbiendo la sabiduría
por sus raíces centenarias.
Fuiste, gestada en el mar,
la lágrima que nace nube.
Sendero fuiste en la montaña
y en la roca aljibe
y fuiste brisa, nunca viento.
Fuiste ternura desgarradora
parapetada en la tristeza.
Y fuiste pan
y fuiste vino
en la sencilla mesa del almuerzo.
Fuiste mano refugio,
sonrisa leve de brillo intenso.
Y fuiste latido,
y despertar por las mañanas,
y el surco de la tierra,
y la sombra de la encina.
Y fuiste espejo.
Y luego
fuiste tarde sin crepúsculo
esperando dormido la noche
para ser ahora mañana
y vencer así al tiempo.
Como composición poética opino que has logrado un gran poema, con unas imágenes bellísimas.
ResponderEliminarPrecioso.
Y precioso también ese recuerdo de tu padre, esa mezcla de admiración, orgullo, ternura, nostalgia y lamento final, que se convierte en triunfo sobre la muerte, por lo que fue y ha dejado tras de sí.