Inspiración
¿Iuminación, soplo divino….?
“La voz del poeta es y no es suya. ¿Cómo se llama, quién es ese que interrumpe mi discurso y me hace decir cosas que yo no pretendo decir? Algunos lo llaman demonio, musa, espíritu, genio; otros lo nombran trabajo, azar, inconsciente, razón. Unos afirman que la poesía viene del exterior; otros que el poeta se basta a sí mismo. Mas unos y otros se ven obligados a admitir excepciones…”
OCTAVIO PAZ, “El arco y la lira”.
Y es que, si bien en el acto poético interviene algo
inexplicable, misterioso y enigmático, que hay “otra voz”, “otra voluntad
extraña”, no es menos cierto que la creación poética es un acto de la voluntad
de crear, de buscar y encontrar, de comunicar; un ejercicio de libertad. Es un reto
en el que el poeta, desde un aislamiento
espiritual, un silencio, ejecuta una indagación y su creación es producto de un
intenso trabajo. Es un querer ser, una avidez permanente que, como afirma
HEIDEGGER, tiene su raíz y fundamento en
el mismo ser del hombre.
El poeta se enfrenta al papel en blanco en soledad,
a veces angustiosa, y crea; renace y da
un nuevo sentido al mundo.
“Si la
inspiración llega, me encontrará siempre trabajando”, afirma
BAUDELAIRE, y suspira invocando la ayuda del misterioso azar: “Mi pobre musa, !ay!
¿qué tienes , pues, esta mañana?...” (La Musa enferma).
“La
inspiración, sea lo que sea, nace de un constante ‘no sé’ (…) dos pequeñas
palabras, pero con potentes alas”.
WISLAVA SZYMBORSKA, “El poeta y el mundo”.
“I”, rojo
El número 10 de nuestros Cuadernos de Poesía en su
serie “Vocales”, ha llegado a la vocal central, a la “I”.
I de inspiración, interrogación, indagación… para expresar mediante la palabra poética lo inexpresable, lo indecible, lo insondable, lo inasible, lo infinito; y también para sacar a la luz lo intolerable, la invisibilidad, lo impronunciable, lo indeseable.
I de inspiración, interrogación, indagación… para expresar mediante la palabra poética lo inexpresable, lo indecible, lo insondable, lo inasible, lo infinito; y también para sacar a la luz lo intolerable, la invisibilidad, lo impronunciable, lo indeseable.
La I, en su
verticalidad, es árbol y torso humano. Espiritualidad. En su posición central,
es corazón, savia, sangre, núcleo y entraña.
ARTHUR RIMBAUD en su soneto “Vocales”, inspirador de
la última serie de nuestros Cuadernos, asocia la I
al color rojo:
“I, púrpura, esputo de sangre, reír de
labios bellos
en la cólera o en las embriagueces penitentes”.
Rojo sangre, labios rojos.
Rojo com-pasión.
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