Ocurre
que la tarde levanta su puño de agua desnuda
sobre la gastada eternidad de este minuto.
sobre la gastada eternidad de este minuto.
(Lunes
arrepentido de insensatas terquedades.)
Han
estallado todas las rosas.
Se
incendiaron los panes en las manos de los hombres.
Dicen
que las mujeres del pueblo destejieron los siglos.
(Todavía
las cenizas flotan en la incertidumbre de sus puertas).
Hablan
de que el viento ha arrodillado todas las furias;
que
una moneda de oro, redonda y nueva,
ha
hecho nido en el sombrero del cieguito de la esquina.
Que
las madres solitarias mecerán pechos de azúcar
y
cunas de armiño.
Que
los hombres que deciden, han olvidado
la
palabra guerra.
Han
arrojado una bomba de piedades infinitas.
Y
han sembrado, al amanecer, la sangre.
Con
la última estrella.
Para
que nazcan amapolas de poderosa inocencia.
Esto sucedió hoy. Eso dicen.
Hoy es un ángel que huye desterrado para siempre.
Al pasar me deja una lágrima. Bella, incesante.
Esto sucedió hoy. Eso dicen.
Hoy es un ángel que huye desterrado para siempre.
Al pasar me deja una lágrima. Bella, incesante.
Diana Irene Blanco (Argentina)
Cuaderno de Poesía #10 de Poetas sin sofá
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