martes, 29 de noviembre de 2011

SOLEDAD BENAGES


Me esfuerzo, lo intento...

Lo siento no puedo escribir

nada sobre vosotras

sobre vuestros hijos.

Me estremezco cada vez

que vocean una muerte,

que siento el grito cercenado.

Odio, odio ferozmente al asesino y, con él,

a todos los asesinos.

Me gustaría escupir de mi garganta

...hiel...

cada vez que imagino como babea un lobo

disfrazado de cordero.

Me gustaría escupir no sólo a los que matan,

también a quienes asienten o

a quien aspira, en su sadismo,

a la complacencia de una venganza.

No puedo evitarlo, será pecado socialmente

o tal vez no debiera desearlo…

pero me gustaría ver a esos monstruos

disecados como moscas

en las mansiones de aquellos:

jueces,

jerarcas espirituales,

líderes,

familiares,

mujeres…

que justifican la brutalidad de su prepotencia.

¡Malditos negreros!

Miedicas acomplejados,

narcisos en espejo ­­­­­­­­­­­­­­­deformado.

Graníticos herculanos.

Cobardes ególatras,

capataces del látigo,

magos del entuerto...

Sólo

ombligos propios

sin destetar.

Lo lamento,

lo siento...

pero no puedo,

no me sale nada

para hablar de vosotras

Y... no puedo llorar.


1 comentario:

  1. Tu voz "vomita" hiel, odio hacia el maltratador asesino. Y vierte una crítica feroz contra quienes lo permiten o lo encubren.
    Estremece; duro y directo.

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