sábado, 17 de junio de 2017

"KHIVA, laberinto ocre y azul". Poema de MARIAJOSÉ SANGORRÍN




                                        I

Al fin la noche toma forma

de muralla ensimismada
y la dureza de la travesía
se desvanece
                      en una atmósfera irreal
de luces pastel y de cuento
de mil y una noches.


En la penumbra de mi habitación
en la Madraza,
en la placidez de la vigilia que precede al sueño,
las paredes estudiosas hablan.
Una celosía blanca en la ojiva
filtra una luz de violines,
ecos de Scherezhade en el sueño
de Rimsky-Korsakov.



                                     
                                       II


Amanece.


El día es ocre y azul.

El día es esmalte turquesa en el gran minarete
majestuosamente inacabado
cual torre de Babel.


El día es la silueta de Al-Korazmiy

componiendo sobre las almenas de adobe
su poema de los guarismos, el álgebra
y los algoritmos.


















                                                                     III






            Sigo los pasos de Avicena
por el laberinto ocre y azul de la ciudadela.

Me detengo en las Madrazas

               en el Karavan Saray

                           en el Janako sufí…


Descubro en la mariposa zoroástrica

verde malaquita
a Mazda, el increado,
y la eterna lucha entre el bien y el mal
entre el cielo y el infierno.


                                     IV

Entre el ocre del adobe y el azul

de mayólicas y cúpulas,
entre las celosías del harem,


algarabía

              colorido
                               mercaderías

sonrisas rutilantes de dientes de oro,
gentes afables, jocosas.


Escucho en el astrakán
el lamento del corderillo


                y la oración triste

                en los ojos cerrados del Mausoleo.




                                      V
 
Mis manos recorren los surcos del tiempo
los árboles del bosque-Mezquita.

Soy esa mujer
que se disfrazó de hombre
para permanecer junto

al recuerdo de quienes más amaba.




                                    

Desciendo, por fin, al origen de la vida,
al pozo sagrado del oasis.

Resuena la voz de Ibn Arabí:


                “Debes saber que el amor es el secreto
                de la vida y fluye por el agua que es el origen
                de los elementos y de los principios. Nada
                hay en ella que no esté vivo. El agua es el
                principio de todo”.




                                      VI


EPÍLOGO


Declina la tarde.


Te busco, Amor, en el Sol poniente,

en los suaves destellos que oscurecen
las siluetas de la torre vigía
y de la fortaleza.


Extiendo mis manos,
rezo mirando al Este.


Sobre las cúpulas azules

y el ocre que el crepúsculo ha vuelto rosado,
entre las nubes

        Allah –el Misericordioso- me regala
                  


un incipiente arcoíris.




                        Mariajosé Sangorrín 



                
Khiva, laberinto ocre y azul

Abril 2017

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