Esa mujer
que dormía en los tejados
sueños lisos
de alfombra y optimismo,
la mujer de por
ti,
de
ti,
para
ti,
la misma que ahora desteje
-Penélope impávida y sin respuesta-
el dulce abismo que la atenaza.
Sí, esa mujer de ojeras inconclusas,
con viento en los arcenes
y pálido nihilismo
¿la recordáis en las aceras
vendiendo naranjas
con el rostro de máscara
y simétricas costuras?
Ahora labios y aristas son palabras
gramaticalmente impecables
como el sordo rumor que se diluye
con un umbral imperceptible
entre las sábanas blancas
de insólito nepotismo.
Y esa mujer,
la que bebía en la boca
de todos los comensales
-hetaira conversa
a la ortodoxia bizantina-
relame en sus heridas
el óxido que el tiempo
nos deja como prenda
con sus labios como aristas,
sus espinas como labios.
Es un poema un tanto extraño...no lo termino de entender, pero no me importa, porque el sentimiento me llega. Y no me deja indiferente.
ResponderEliminarUn beso, Eloy!!!
Ahora, en un paréntesis, mi tiempo viaja con los viñedos.
ResponderEliminarPalmeras y naranjos retroceden.
Brumas matutinas se desvanecen entre los cerros.
Cierro los ojos y siento el vértigo de la velocidad...
Llegan rumores de mares lejanos e imágenes de monotremas ancestrales, eslabones en la evolución...
Ahjora, me sumerjo en la Poesía.
Es momento de deleitarme con tus versos, tu inconfundible estilo, tu selecta y precisa terminología.
Es momento de sentir con esas imágenes evocadoras. Éstas, en las que una mujer (o muchas), hetairas conversas, cuya vida, aunque dulcificada y favorecida, sigue atenazada al borde del abismo, la que las experiencias espinosas de su vida han dejado huellas, que son, en definitiva, las que a todos nos deja el tiempo.
Disfruto con tu poesía, Eloy; me parece muy buena.
Desde Kosice, Slovakia, Mariajosé.
Me gusta esa última estrofa tan dura en su contenido y tan hermosa en los recursos e imágenes que has usado.
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