Volveremos a las cavernas,
al silencio de los monasterios,
a las bocas tapiadas,
a los ojos de piedra.
Han levantado un muro
que condena las palabras
a la era de las razones.
Llega la asfixia y el frío
inconmensurable del averno
atravesando el vientre
de las mujeres mitológicas.
Y el verbo se hace pliegue de piel,
el rumor de una fuente que mana
cristales de silicio.
La nada.
El crepúsculo.
El enigma de los tres anillos.
Amelia Díaz
Me gusta este poema, como la mayor parte
ResponderEliminarde los que escribes.
Me parece un aldabonazo de alerta; aunque es posible que la interpretación que yo le doy no sea la correcta. Pero a partir del séptimo verso se me hace más difícil penetrar en su significado.
Quizás, si no es demasiado personal, deberías habernos puesto en antecedentes del enigma de los tres anillos.
Mariela
Te contesto un poco, Mariela.
ResponderEliminarAnillos=compromiso
Tres intentos, tres vidas, tres fracasos...la nada, el crepúsculo...
(Soy Amelia: entré como poetas sin sofá, lo siento)