¡Que era tu compañera y no tu esclava!
¡Que no tenías derecho a maltratarla!
¡Que tu obligación era cuidarla!
¡Que no te abandonó porque te amaba!
¡Que todas tus palizas perdonaba!
¿Quién crees que eres tú, para matarla
o, como a un pobre perro, apalearla?
Ahora, se acabó lo que se daba.
No tienes ya lugar entre la gente
Que trata a los iguales con respeto,
Y cuida su hogar amorosamente.
Desde este mismo instante, yo te reto,
Que cambies ya tu “chip” de delincuente
Contundente repulsa al maltratador.
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