jueves, 2 de diciembre de 2010

POEMA XXVI de LINDARIO (Edi. Huerga y Fierro)

                       Los dados sumaron los días con puntos de esperanza.

El lúbrico hilo de la vida caía por los ojos hasta un cubo medido entre las tripas. Me habías recorrido desde que supe leer en la dura miseria del frío y le enfermedad.
               El ejercicio de aclarar el agua,
                            las rutas de los versos,
                            las sábanas de auroras,
                            las palabras iniciando los orincipios de la carne.

Todo venía y pasaba sin pereza en procesión insólita de memorias y deseos.
Yo sabía de vosotros tan poco que me hería en la niebla con las rocas.
Ahora limpio de polvo los canales hueros de mis huellas y afilo el perfil de las caricias.

No dejaré de buscaros para abrir y entablar una mirada con las rosas.

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