domingo, 1 de marzo de 2015

ZHIVKA BLATADZHIEVA. Poetas sin sofá con otro acento.




Zhivka Baltadzhieva
                    Celebración del Día Nacional de Bulgaria en Valencia




"La idea de la libertad
es una idea suprema, todopoderosa,
el amor que uno le profesa
puede lograrlo todo".


                                   HRISTO BOTEV




“Botev es el grande de la poesía y del ser búlgaro. Su mito último. Su inspiración más íntima. Su poesía de impetuosas pasiones, áspera sátira, sentir trágico y terrorífica soledad, que respiran en cada célula de sus versos, hace el titánico esfuerzo de ingresar la literatura búlgara, y la mentalidad misma, en la modernidad y en lo universal”   
(…)




De esta manera inicia la poeta búlgara ZHIVKA BALTADZHIEVA el libro titulado “Poesía” que esta autora ha confeccionado y prologado, seleccionando y traduciendo la poesía de HRISTO BOTEV, poeta y revolucionario búlgaro (1848-1876), en un intento  de divulgar su obra  y buscar el merecido reconocimiento del que careció en vida.

Zhivka se reconoce en él: “Botev es toda mi niñez” –dice-.  Ama su poesía y desea profundamente que los demás le conozcan.


Junto a la poesía de Hristo Botev, la suya, la de Zhivka, en la que muestra permanentemente el dolor de su país.


 



                               BREVE HISTORIA BÚLGARA


Sobrevivimos,sobrevivimos, siempre sobrevivimos.

Sobrevivimos  a los bizantinos.
Sobrevivimos a los otomanos.
Sobrevivimos a los rusos.
A los fascistas, a los comunistas.


Sobreviviremos a los nuestros,
a los ajenos, a los vuestros.
Dolor con labios apretados de cal y añil sin sombra.


Sobrevivimos, sobrevivimos, sobrevivimos.


Precedente histórico

milagro de los milagros.
¿A qué más fuerzas
-oscuras y luminosas-
no subsistimos?


Supervivientes, supervivientes, supervivientes: ni vivos,

ni muertos.


Silabea la luna roma: 
¡Ni muertos!


Ni muertos siquiera
para albergar esperanza


de resucitar.

                                  Zhivka Baltadzhieva






ELEGÍA



Dime, oh dime, pobre pueblo, ¿quién te mece
en esta cuna, en esta cuna de eterno esclavo?
¿Aquel que atravesó antaño
al Salvador en el costado,
o aquel que siglo tras siglo te canta:
“¡Soporta y salvarás tu alma!”?

¿Él, o algún nacido suyo,
de Loyola nacido, hermano de Judas,
traidor consabido y vivo augurio
de más tormentos para los desdichados,
un usurpador nuevo, un ave rapiña, uno
que vende a su hermano y asesina a su propio padre?

¿Es él? ¡Confiesa! Calla el pueblo.
atruenan cadenas horrendamente.
¡Y no hay ni grito de libertad!
Solo apunta con la frente ceñuda, sólo apunta
el mudo pueblo a los notables: caterva de bestias
con levitas, sotanas; ciegos con ojos.

Apunta el pueblo, y el sudor de su frente
sobre su propia lápida sangra:
la cruz clavada en carne viva,
carcome herrumbre el hueso roído,
la culebra chupa la vida menguada,
la engullen los nuestros y los ajenos.

Y el pobre esclavo soporta… Mientras,
sin parpadeo y sin sonrojo, calculamos los siglos
bajo el yugo, calculamos los siglos
de tronantes cadenas. Calculamos,
y, con una fe ciega en esta obtusa estirpe oscura,
esperamos aún que nos llegue el turno,
el turno de la libertad.

                                                       Hristo Botev
 




                                     25 de febrero de 2015

1 comentario:

  1. Eso de ser menos que muertos y que no queden siquiera esperanzas de resucitar es espeluznante.
    Esta mujer (Zhivka) deja la impresión de ser pura fibra nerviosa hecha de un dolor antiguo.

    Un abrazo a todos.

    ResponderEliminar