A esa mujer los ojos no le caben en la cara.
Son negros, profundos, inmensos,
abundantes como el agua.
de mirada lenta, serena y clara.
es sumergirse en un apacible mar en calma,
que cautiva, que te envuelve y que te lleva
a ignotas presencias, a experiencias extrañas.
y un escalofrío te impele a desviar la mirada,
con magnética tensión, con resistencia vana.
es velar su tez morena, su perfil de avellana,
su nariz menuda y firme, su boca grana.
Pedro Gómez
Hola Pedro.
ResponderEliminarMe alegra verte y leerte ¿Has descolgado las botas o siempre has seguido jugando en tu cuarto de la intimidad?
Sabes que he estado algún tiempo dedicado a otros juegos, que también tienen su puntito de interés.
ResponderEliminarUn abrazo
Personalmente, me siento muy agradecida y feliz al ver que todos los asofaciados van perdiendo un poco esa timidez y comparten con todo el grupo su poesía.
ResponderEliminarY, en cuanto al poema, dicen que es imposible mirar más de diez minutos a los ojos de otra persona, porque se empieza a ver algo más de lo normal. Este poema es así. Llega más dentro.
Un abrazo.
Me ha alegrado mucho reencontrarte,
ResponderEliminary de que haya sido aquí, en este espacio -de un inexistente sofá-, donde yo he hallado
Poesía, Amistad y un estímulo para vivir.
Compartir búsquedas, aprendizajes, comunicación, goce, transcendencia...
Muy enriquecedor.
Tu poema me va sumergiendo en los entimientos profundos que transmite una mirada y me hace vibrar.
Hay ojos en los que cabe todo el mar.
Hay miradas en las que no cabe más ternura.
Un abrazo, Pedro.
Hola Pedro.
ResponderEliminarQué bonito volver a coincidir, y nada menos que en el mundo mágico de la poesía.
Me alegra mucho descubrir esta faceta tuya que no conocía donde viven ojos que seguramente dan Vida.
Un fuerte abrazo
Pedro, si los ojos no le caben en la cara, no pueden ser diminutos, por lo tanto cuando dices que son inmensos redundas, y aunque la mujer sea ojos negros, como el bolero de Nat King Cole.
ResponderEliminarEl primer verso es demasiado fácil y antitético no evoca a primera vista inmensidad o armonía hasta llegar al agua.
La gran fuerza poética de la metáfora reside en su capacidad de multiplicar de forma ilimitada el significado "normal" de las palabras, de modo que puedan llegar a describir lo desconocido y cuando se evoca lo conocido la magia esta en combinar tres acordes sencillos.
“Que se quede el infinito sin estrellas
o que pierda el ancho mar su inmensidad
pero el negro de tus ojos que no muera
y el canela de tu piel se quede igual.”
María José, si el texto es tuyo es un bello poema.
ResponderEliminarHay ojos
En los que cabe todo el mar
Hay miradas
En las que no cabe más ternura.