JAVIER Gm
En Librería Argot de Castellón, 22 octubre 2013 |
Una niña y un niño se miran y sonríen
sentados uno frente al otro no saben a qué juegan,
se vuelven a mirar y sonríen
se les cae un trozo de tela,
un bote de cola, un pedazo de cuero
y sonríen y no saben a qué juegan,
se pinchan los dedos con las agujas,
se mean encima, se les hinchan los ojos,
se vuelven a mirar y sonríen no saben a qué juegan,
una niña y un niño
niñas y niños
obligados a jugar a no saber a qué juegan,
se dan la mano y la pobreza, se dan el amor y la vida,
se entregan al juego de los explotadores,
se miran, sonríen y no saben a qué juegan,
una niña y un niño en la planta sexta,
se derrumban con las etiquetas, con las marcas,
con los precios, con polvo, con los cascotes,
con el suelo, con las piedras, con el techo y las máquinas,
una niña y un niño mueren debajo de los espantos del diseño,
debajo del plástico de una tarjeta,
dos niños mueren mirándose, de la mano,
absortos, apercibidos de ternura, lindos,
sin saber de juegos, sin conocer inocencia,
una niña y un niño trabajan en la muerte,
la mayor de las empresas del sistema,
una niña y un niño se miraban
torturados, arrasados en una sombra,
sin saber a qué jugaban,
han muerto,
Amancio Ortega de rositas,
Zara y Mango abren nuevas tiendas.
De "Estorbar de / gusto", de Javier Gm
JORGE RIECHMANN y ENRIQUE FALCÓN
sentados uno frente al otro no saben a qué juegan,
se vuelven a mirar y sonríen
se les cae un trozo de tela,
un bote de cola, un pedazo de cuero
y sonríen y no saben a qué juegan,
se pinchan los dedos con las agujas,
se mean encima, se les hinchan los ojos,
se vuelven a mirar y sonríen no saben a qué juegan,
una niña y un niño
niñas y niños
obligados a jugar a no saber a qué juegan,
se dan la mano y la pobreza, se dan el amor y la vida,
se entregan al juego de los explotadores,
se miran, sonríen y no saben a qué juegan,
una niña y un niño en la planta sexta,
se derrumban con las etiquetas, con las marcas,
con los precios, con polvo, con los cascotes,
con el suelo, con las piedras, con el techo y las máquinas,
una niña y un niño mueren debajo de los espantos del diseño,
debajo del plástico de una tarjeta,
dos niños mueren mirándose, de la mano,
absortos, apercibidos de ternura, lindos,
sin saber de juegos, sin conocer inocencia,
una niña y un niño trabajan en la muerte,
la mayor de las empresas del sistema,
una niña y un niño se miraban
torturados, arrasados en una sombra,
sin saber a qué jugaban,
han muerto,
Amancio Ortega de rositas,
Zara y Mango abren nuevas tiendas.
De "Estorbar de / gusto", de Javier Gm
JORGE RIECHMANN y ENRIQUE FALCÓN
En Librería Ramón LLull de Valencia |
¿Qué
hacemos con Prometeo?
“Hemos expulsado el fuego de nuestros hogares”, escribe Nicole Blay. “Hemos olvidado cómo amasar el pan con nuestras manos./ (…) Creemos solo en nuestros mundos virtuales./ (…) El sonido de la pluma rasgando el papel es un sueño lejano./ Estamos enfermos. Olvidamos cómo vivir./ Morimos en esta tecnología aberrante de prometeos huérfanos de sentido…”
Sí,
tiene razón la psicóloga y poeta. Qué hacemos con Prometeo es –y seguirá
siendo- una de las preguntas fundamentales de todos los tiempos. Él seguirá con
nosotros: ¿qué hacemos? Ignorarlo es imposible, y no podemos condenarlo a
muerte. ¿Realmente seremos capaces de sosegarlo, equilibrarlo, reconciliarlo
con Eva –la Eva australopitécida en su
jardín africano?
De “Fracasar mejor”, de Jorge Richmann
eso máscara y chasquido, cuenco que se pudre
y mina en nuestras manos el dedal de una esperanza
lo que firmemente se ha llagado y es gangrena o es raíz
algo que ha dormido tanto tiempo en nuestras cosas
lo que en ellas se mueve cuando abrimos las puertas
y entonces nos mira
sin prisas nos congela
con los ojos enfermos de todas las canciones
eso pulpo o témpano que devora a tus hijos
y arranca sus encías con arpones y palos
lo que finalmente espera
en todos los arcones
en las cajas sin juguetes de los niños vengados
(y es gusano y es lumbre tras sus pálpitos de luz)
De "Porción del enemigo", de Enrique Falcón
Eso que perfora #1
eso que perfora brutalmente en sus acechos de boca
lo que brutalmente
llega y se nos queda y vuelve a ocuparnoseso que perfora brutalmente en sus acechos de boca
eso máscara y chasquido, cuenco que se pudre
y mina en nuestras manos el dedal de una esperanza
lo que firmemente se ha llagado y es gangrena o es raíz
algo que ha dormido tanto tiempo en nuestras cosas
lo que en ellas se mueve cuando abrimos las puertas
y entonces nos mira
sin prisas nos congela
con los ojos enfermos de todas las canciones
eso pulpo o témpano que devora a tus hijos
y arranca sus encías con arpones y palos
lo que finalmente espera
en todos los arcones
en las cajas sin juguetes de los niños vengados
(y es gusano y es lumbre tras sus pálpitos de luz)
De "Porción del enemigo", de Enrique Falcón
ANA PÉREZ CAÑAMARES
En Café Museu de Valencia
Pocos
saben que tengo otra hermana.
El azar nos separó al nacer. Yo mamaba la leche de mi madre mientras ella se secaba al sol. Cuando perforaron mis orejas ella recibió la ablación del clítoris. Follé con hombres y sufrí por todos; a manos de uno solo se quebró ella. Me separé, lloré, abandoné mis sueños. Ella murió unas cuantas veces bajo piedras, ácido, sida y malaria. Su cuerpo se deshizo y se recompuso. En una o dos ocasiones fue feliz de morir. Mi hija creció; mi hermana murió en el parto. Años después parió una niña y se la quitaron. Yo veo mi cuerpo envejecer; ella no tiene espejo. Me pongo cremas antiarrugas pero toda ella es un surco. Yo hago listas de lo que duele: pero ella es la que administra su dolor. De "Las sumas y los restos", de Ana Pérez Cañamares |
Poetas sin sofá con Ana Pérez Cañamares |
Como decía mi abuela: ¡Qué pena, tener reloj y no tener cadena!
ResponderEliminarMe dan mucha pena estos poemas valencianos. Debe ser poesía para revolver un poco las entrañas de la gente sensible y predisponerlas al salto a algún abismo.
Es la "poesía social", aunque en mi opinión, en sentido amplio, toda poesía es social. Yo le llamo "poesía de la conciencia", un grito ante la injusticia, no podemos quedarnos callados ante la situación de la humanidad. Efectivamente la esperanza ha de prevalecer en los mensajes que se lanzan.
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