sábado, 16 de agosto de 2014

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Lo sé.
Seguimos siendo una primitiva colección de imperfecciones.
Inadaptados, meticulosos, desarmados, crédulos…
-La teoría es simple.-

Lo sé.
Algunos de nosotros.

A los que,
una vez explicada la diferencia entre lo endiablado y lo social,
nos contraeremos, como un músculo plano
y volveremos la mirada a las estrellas
-dos segundos-
para recuperar la doctrina del diafragma.

Nuestro desvelo es un mal numérico,
un hijo mal alimentado
o infinitos puntos negros que se ahogan.

Lo sé.
Hace años parecía fácil de explicar,
cuando, “cómo dejar descendencia”,
podía escribirse al norte del sol.
Hoy da mala suerte parecer sureño.

Y a este ritmo debilitado,
también los poetas,
-como otras especies animales-,
guardamos sangre caliente.

O lo que queda de ella,
cuando tantas manos aprietan nuestro corazón.


                                                               Ana Mª Arroyo
(Del Cuaderno de Poesía #4 de Poetas sin sofá)


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