Una pizca de sal en el bolsilloPara que ría la niña,Para que brille un suspiro.
Una hoja de laurel, una ramita de olivoPara que el pájaro engarceSu fantasía en el nido.
Una punta de pimienta: ¡Qué contento baja el río!Entre tus dedos se escapaEl inquieto pececillo.
Unas briznas de azafrán y todo se hace amarilloEntre los trigos se escucha
El cálido canto del mirlo.
El cálido canto del mirlo.
Pedro Gómez
Buena receta para un puñado de escenas de felicidad.
ResponderEliminarUn saludo
Un poema lleno de frescura y buenas vibraciones para estos tiempos alterados.
ResponderEliminarMe hace feliz ver tus letras en este espacio, Pedro.
Este poema tan dulce y armonioso, con tu permiso, Pedro, lo voy a incluir en las propuestas de poesía creativa que están trabajando mis alumnos del instituto.
ResponderEliminarCambiarán aromas y sabores con otras especias,
convertirán sus estrofas en poemas visuales,
idearán caligramas con los seres de la naturaleza,
y hasta lo pueden musicar.
Ya sabes, los maestros no podemos evitar ver la vida a través de los ojos de nuestros alumnos.
Un abrazo. Mariajosé
Qué bonito volver a coincidir, y nada menos que en el mundo mágico de la poesía.
ResponderEliminarMe alegra mucho descubrir esta faceta tuya donde aparecen ojos que seguramente darán Vida.
Un abrazo